jueves, 17 de enero de 2013

EEUU: Más allá de la crisis

El libro EEUU: Más allá de la crisis, cuyos editores son Dídimo Castillo F. y Marco A. Gandásegui, hijo, se presentó en la Librería Universitaria de la Universidad de Panamá. El libro es una publicación conjunta de Siglo XXI ed. (México)/CLACSO/UAEM. Participaron en la preparación del libro 15 especialistas latinoamericanos, miembros del grupo de trabajo sobre Estudios de EEUU de CLACSO. En total, el grupo publicó tres libros.

El libro se pregunta si la crisis-recesión capitalista global tiene una solución. ¿Cuál sería la solución? ¿En que consiste la relación entre China y EEUU? ¿Cómo se manifiesta o se entrelazan la lucha de clases y la lucha geopolítica por la hegemonía global? ¿Tiene América latina un papel que jugar en la lucha global por la hegemonía? ¿Qué clase social o combinación de clases sociales son capaces de asumir el liderazgo?

Cuando Francis Fukuyama recicló la noción del “fin de la historia”, se refería a los ideólogos capitalistas que sueñan con  la derrota de la clase obrera y sus aspiraciones de construir un mundo justo para todos sus habitantes. Creían haber quebrado el movimiento obrero de los países más desarrollados, convirtiéndolo en un apéndice de sus objetivos. Al mismo tiempo, cooptaron a la gran mayoría de los movimientos sociales de liberación nacional de los países menos desarrollados. Fukuyama, por razones ideológicas comprensibles, presentó su tesis puesta de cabeza. El capitalismo, decía, en su forma liberal y jerarquizada, había llegado a la cima de la civilización humana para quedarse gozando de sus triunfos.
En la actualidad, la idea del “fin de la historia” ha sido abandonada, incluso por Fukuyama. La pregunta que exige ahora una respuesta es si hemos llegado al “fin del capitalismo”. ¿Representa la crisis de EEUU – sin salida aparente - el fin de la hegemonía occidental o es sólo temporal? 
En la actualidad, a diferencia de hace varios lustros, todos estamos concientes que la sociedad que conocimos a fines del siglo XX ha colapsado y desaparecido (la “sociedad de bienestar”/ el “socialismo real” y el “neoliberalismo”). El llamado consenso de Washington, naufragó bajo las contradicciones de su propia lógica al no poder mantener, a la vez, los niveles de ganancia capitalista y la sociedad de bienestar. El capital especulativo recurre a prácticas cada vez más riesgosas. Se logró con éxito relativo, para los especuladores financieros, la externalización de la industria norteamericana a China. En otros casos, como la creación de un mercado de consumo en Africa, significó la quiebra de todas las economías de ese continente y la imposición de la informalidad para todos sus trabajadores.
En la actualidad, EEUU tiene dos problemas. El primero, que tiene un carácter técnico, se refiere a la casi imposibilidad de recuperar su competitividad productiva para lo cual tendría que devaluar en un 50 por ciento su economía. El “precipicio fiscal” y el “techo de la deuda” son eufemismos que tienden a esconder ese dilema. El segundo problema, que tiene una connotación sociológica, se refiere a la presencia dominante de una poderosa oligarquía que se rota entre los puestos ejecutivos de la banca norteamericana y los puestos de mando del Estado en Washington. Refleja una correlación de fuerzas que a corto plazo colapsará bajo la presión de sus fuertes pugnas internas y de un pueblo movilizado.
Antes de que se produjera el estallido de la última burbuja, los endeudados consumidores norteamericanos eran el motor del crecimiento global. Ese modelo ha quebrado y no hay sustituto a la vista. Incluso, si los bancos norteamericanos gozaran de buena salud, la riqueza ficticia de los consumidores norteamericanos ya desapareció para siempre.
A pesar de que la recesión ha generado una enorme desconfianza entre los miembros de la clase dominante, siguen ocupando un espacio estratégico y aún no pierden toda su legitimidad. Pero el mundo color de rosa se está marchitando. Todo indica – lo que parece una contradicción - que sólo los comunistas chinos podrían salvar el capitalismo. Pero esta salida es aún menos prometedora para los grandes capitales tradicionales de occidente. Como se preguntaba Giovanni Arrighi, ¿qué es mejor para esta clase dominante que tiene 500 años de existencia? ¿Un sistema mundo capitalista cuyo eje central – hegemonía - pasa por Pekín? O más bien ¿un mundo caótico, en estado de guerra permanente?
El Estado norteamericano, a pesar de la crisis, desplegó su hegemonía y poder financiero al expropiar varios millones de millones de dólares de los ahorros de los pueblos del mundo para distribuirlos entre los banqueros nada menos que en el marco de una campaña electoral. El capitalismo global, en medio de sus contradicciones, también tiene confianza en poder articular su dominación en torno al poderío militar de EEUU.
EEUU está muy preocupado por el giro que están dando sus relaciones con sus socios comerciales de América latina. Hace 20 años, el volumen de intercambio comercial entre China y América latina apenas superaba 8 mil millones de dólares. En 2007 ocupó la segunda posición, multiplicando por 13 aquella cifra y ahora el comercio sobrepasa holgadamente los 100 mil millones de dólares. En 2009, China se convirtió en el primer socio comercial de Brasil, superando a EEUU.
Los proyectos desarrollistas y neoliberales están en bancarrota. ¿Puede América latina superar el proyecto de la segunda mitad del siglo XX de convertirse en un rosario de mercados nacionales o el proyecto actual de regresar al siglo XIX para convertirse nuevamente en un conjunto de sociedades agro–minero exportadoras (la “reprimarización”)?
América latina tiene que definir una estrategia  global capaz de situarla en el escenario mundial. Hay que preguntarse, ¿qué clase social o combinación de clases sociales son capaces de alcanzar este objetivo?
Panamá, 17 de enero de 2013.


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