La deuda panameña está creciendo a una velocidad que para la mayoría de los observadores pronto nadie podrá controlar. El actual gobierno – y sus asesores en Wall Street - sostiene que la deuda no constituye un riesgo en la medida en que la economía (medido por el producto interno bruto) crece a un ritmo igual o superior. Ambos crecen a una tasa anual del 10 por ciento. Obviamente, cuando la economía se desinfle y deje de crecer, Panamá ya no será un cliente interesante para los prestamistas. Nadie nos querrá prestar. Lo que no consideran los ideólogos incrustados en los puestos gubernamentales es que el país quedará trabado con una deuda gigantesca cuyo ‘servicio’ no se podrá pagar.
En el último lustro ha
llegado a Panamá una inversión de capital muy fuerte. El mismo ha sido
básicamente en el sector especulativo de la construcción, turismo y la banca. También
se han hecho inversiones en el sector energético (represas hidroeléctricas) y
en la minería. La mayor parte de esa inversión se realiza bajo la forma de
capitales que entran y salen, sin mayores controles financieros (y menos
políticos). La banca panameña cuenta con una cartera de casi 90 mil millones de
dólares. La plaza bancaria panameña se ha duplicado en menos de una década. El
año pasado creció en un 10 por ciento.
El proceso descrito es
llamado una “burbuja”. Sobre la base de un ciclo favorable de crecimiento el
gobierno se abre - de par en par - a los negocios sin contemplar su viabilidad
a mediano y largo plazos. Cuando el ciclo toma una dirección descendiente el
país se queda varado como un barco cuando es atrapada por la marea baja. Este
fenómeno es muy conocido por Panamá que lo ha experimentado a lo largo de su
historia. Combinado con el mal manejo de la deuda (externa e interna) que ha
adquirido el gobierno panameño, especialmente en los últimos años, puede
conducir el país a una guerra civil. Veamos por qué.
Según algunos autores que
escribían cuando el capitalismo conoció su época dorada (1948-1973) y crecía a
escala global, la deuda y la inflación son maneras de retardar y resolver
temporalmente conflictos sociales. El endeudamiento era una necesidad
ante la falta de políticas que impulsaran un crecimiento sostenible y
productivo ¿Puede Panamá hacer eso?
En el caso de Panamá, la
nacionalización del Canal (en 2000) y los crecientes ingresos (de 2001
hasta el presente) de su operación han creado un globo especulativo
espectacular. El crecimiento del PIB en el último lustro le permitió a
Martinelli endeudar al país a un ritmo de mil millones de dólares al año. En la
actualidad, la deuda supera los 14 mil millones de dólares. El gobierno tiene
que pagarle anualmente a sus acreedores más de mil millones de dólares en
intereses. Lo equivalente al presupuesto nacional de educación (que
atiende en forma deficiente a 800 mil estudiantes
panameños).
La deuda de $14 mil millones
no incluye los contratos "llave en mano" que ha firmado Martinelli
por otra suma de 3.4 mil millones de dólares. La deuda totalizaría 18 mil
millones de dólares. Hay quienes ven una luz al final del túnel al señalar que
la deuda interna se duplicó para colocarse ya en 3 mil millones de dólares. En
realidad, esto significa que ante una recesión la debacle de los inversionistas
locales será aún más dura. A pesar del banquete y del baile de gala que
celebran los especuladores actualmente, el gobierno de Martinelli acaba de
anunciar que necesita a corto plazo otros 700 millones de dólares para balancear
el presupuesto nacional.
Al término de la expansión
del Canal - calculado entre 2014 y 2015 - se desinflará el globo y Panamá
tendrá dificultades para pagar las deudas. Todas las inversiones que ha
realizado Martinelli son de servicios, no generan riqueza ni empleos
productivos. Las carreteras se pagan si transportan mercancías y trabajadores.
Igual, las avenidas, calles y Metro en la ciudad de Panamá. En una recesión no
hay producción de mercancías y menos comercio.
Entonces se hablará de austeridad.
¿Para quién? ¿Otra vez los trabajadores? Estos han sido despojados de todo y no
tienen con que seguir siendo victimizados.
Hay voces que hablan de una
posible salvación: La explotación de la mina de cobre en Petaquilla que
rendirá varios miles de millones al año. Pero sólo le dará al fisco el 4
por ciento en concepto de impuesto. Esa participación del gobierno
representaría 100 millones de dólares al año. Incluso menos, si First Quantum (nueva propietaria de la
empresa Panama Cobre) sale con la
suya de incrementar al máximo las ganancias que se llevarán al
extranjero.
La otra apuesta de los especuladores que gobiernan
actualmente al país es la mina de Cerro Colorado, en la Comarca Ngobe-Buglé. Si
el mercado de metales preciosos se sostiene esta mina podría duplicar
los ingresos que generaría Panama Cobre
en Petaquilla. El efecto político de esta iniciativa, sin
embargo, sería una guerra civil y la probable pérdida del poder político
de la clase rentista que controla desde hace 20 años el gobierno.
18 de abril de 2013.
18 de abril de 2013.
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