El vicepresidente de EEUU, Joseph Biden, desplegó todo el poder del imperio de EEUU durante su visita de 24 horas a Panamá. Según informó la prensa local, la seguridad del alto funcionario de Washington consistió en 25 vehículos blindados del servicio secreto de la Casa Blanca y de las diversas dependencias de seguridad panameñas. Se reunió con el presidente Martinelli y lo felicitó por haber detenido un barco norcoreano procedente de Cuba en la entrada norte del Canal de Panamá. La manera en que intervino EEUU es este asunto hace presumir que la tripulación y el barco no serán liberados hasta que Washington dé la orden. Aún más inaudito, Biden recogió a los tres candidatos de la burguesía panameña que aspiran a la Presidencia de la República en un busito que los trasladó al hotel de playa donde estaba alojado el vicepresidente. A orillas del Pacífico, Biden les dijo que Washington estará supervisando las elecciones presidenciales panameñas programadas para mayo de 2014. Les prohibió a los candidatos que compartieran lo conversado con los medios de comunicación. La intervención directa de Biden en los asuntos internos de Panamá – muy especialmente lo referente al proceso electoral – tiene precedentes lamentables en Panamá. El día antes de la visita de Biden a Panamá una comisión de ética política se reunió en la Universidad de Panamá para buscar soluciones a lo que llamaron una participación demasiada obvia del gobierno en la campaña electoral. Habría que preguntarles si la intervención de Washington en la política interna del país lo consideran aceptable. Muchos políticos consideraban que este comportamiento imperial de EEUU había sido superado. Sin embargo, los aspirantes panameños a la Presidencia, el gobierno y la oposición tradicional acogieron con beneplácito la conducta arrogante de Washington. Según un diario de la capital panameña las partes se sintieron satisfechas con los resultados de la reunión. Biden se fue sin que se supiera exactamente a que respondía su visita al país. Los comunicados de ambos gobiernos que explicaban la visita se contradecían. Por el lado de Washington, vino a ver el progreso en la ampliación del Canal de Panamá. En cambio, el gobierno panameño dijo que venía a firmar acuerdos con Panamá. Entre ellos el ‘Global Entry’ que le daría a los viajeros frecuentes panameños la posibilidad de no hacer las largas filas en los aeropuertos de EEUU. ¿Qué intereses tiene EEUU en Panamá que amerita la visita del vicepresidente de ese país? La extraña visita se combina con la creencia de Biden de que el presidente de Panamá se llama Martínez. Seguramente trasciende los tratados comerciales, los acuerdos militares vigentes que tienen como objetivo acosar al pueblo colombiano y menos que ver con Centro América. ¿Podría ser algo que ver con la Alianza del Pacífico? ¿Quizás alguna maniobra que se relaciona con la permanente política de la Casa Blanca para desestabilizar a Venezuela? Cuando regrese a Washington le informará a su jefe inmediato, el presidente Obama. Panamá es el único país de América latina que está negociando con el gobierno de Gran Bretaña para desarrollar relaciones con la administración colonial de las islas Malvinas. Argentina aún no ha protestado por la reciente visita de una delegación oficial de la Asamblea Nacional de Diputados a lo que los ingleses llaman las islas ‘Falkland’. La comitiva formada por cuatro diputados panameños firmó un convenio con los ingleses en las islas Malvinas que establece relaciones ‘interparlamentarias’ entre Panamá y las islas ‘Falkland’. En el siglo XX Argentina apoyó con gallardía la lucha del pueblo panameño por la recuperación de su soberanía, usurpada por EEUU en la antigua Zona del Canal. El vicepresidente Biden agradeció al presidente panameño Ricardo Martinelli por haber reconocido diplomáticamente a Kosovo, una provincia de Serbia, de la antigua República de Yugoslavia, desarticulada tras una sangrienta intervención de la OTAN. Kosovo no ha sido reconocido por las Naciones Unidas y sobrevive gracias a las donaciones económicas interesadas de EEUU y Alemania. La OTAN realizó una ‘limpieza étnica’ en Kosovo eliminando su población de ascendencia serbia. ¿Por qué reconoció Panamá a Kosovo? La respuesta es obvia: Para servirle a algún oscuro funcionario del Departamento de Estado que puede resultar provechoso para algunos negocios. Panamá fue más lejos y aplaudió oficialmente la intervención norteamericana en Siria, donde ha desplegado miles de mercenarios entrenados por Al-Qaeda. Más preocupante para Panamá, la Cancillería anunció horas después de la partida de Biden que había suspendido sus relaciones diplomáticas con la República Árabe Saharaui Democrática. La República Saharaui fue reconocida por el gobierno militar del general Omar Torrijos hace 40 años, iniciativa aplaudida por los pueblos y gobiernos árabes y por la Organización de Países No-alineados. Desde entonces el pueblo Polisario sobrevive bajo el acoso militar permanente del Reino de Marruecos – aliado cercano de EEUU - que reclama ese territorio en el desierto del Sahara. El presidente Martinelli se arrima a las peores causas internacionales. Hace el ridículo en los foros internacionales. Apoyó con entusiasmo durante una visita al Medio Oriente el holocausto israelí en Palestina. Sin que se lo pidan se pronunció a favor de las pretensiones de Japón sobre unas islas disputadas con la República Popular de China. Hace poco se lanzó contra Nicaragua después que ese país ganara un pleito contra Colombia en torno a aguas territoriales en la Corte Internacional de La Haya. Se retractó poco después pidiendo disculpas por el error que había cometido. El ministro de Relaciones Exteriores, Núñez Fábrega, cuando visitaba Washington recientemente dijo que la construcción de un canal interoceánico en Nicaragua era un globo que reventaría a corto plazo. La nueva vía acuática centroamericana sería financiada por la Republica Popular de China. Mientras tanto el gobierno panameño tiene un barco de Corea del Norte retenido en el puerto de Cristóbal, en la entrada norte del Canal de Panamá, por supuesto tráfico de drogas. En las bodegas del barco le encontraron posteriormente piezas de aviones de guerra que Cuba estaba devolviendo a ese país asiático. Para crear un ambiente de espionaje internacional, la fiscalía de drogas tiene detenida la tripulación del barco sin acusaciones formales en una antigua base militar norteamericana en el Caribe. A nivel internacional la política exterior que le puede hacer más daño a Panamá es la creciente militarización del país bajo la mirada del Comando Sur de EEUU. Los dos países han firmado 7 acuerdos militares desde 1991 que le permiten al Comando Sur operar en territorio, en aguas y en el espacio aéreo panameño. En 2008 el presidente panameño se embarcó en un crucero de guerra norteamericano en aguas panameñas cerca de la frontera con Colombia. Con todos los antecedentes señalados, sólo se puede predecir lo peor como consecuencia de la visita de Biden a Panamá. Si en este momento no se sabe a qué vino el vicepresidente de EEUU, no cabe duda que pronto lo sabremos. No se puede augurar algo positivo. 21 de noviembre de 2013.
Se reprodujo en http://riataenlinea.wix.com/riata
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