El Programa FLACSO de Panamá, el Instituto de Estudios Nacionales (IDEN) y el Centro de Estudios Latinoamericanos “Justo Arosemena” (CELA), realizaron una mesa redonda sobre “Belisario Porras y la construcción de la Nación”. Los ponentes fueron Ana Elena Porras, Fernando Aparicio, Hernando Franco y el que escribe estas líneas.
En el acto se rindió homenaje a M. Octavio Sisnett, biógrafo de Belisario Porras y decano de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Panamá durante casi toda la década de 1980. Porras es considerado el presidente de la República quien consolidó la República, a principios del siglo XX creando las instituciones que perduran hasta el presente. También tuvo un papel importante en el desarrollo de las ideas liberales que dominaron el país a lo largo de varias generaciones.
En la mesa redonda señalé que Porras llegó a la Presidencia sobre la base de una amplia alianza entre las facciones liberales (moderadas y populares), los conservadores con intereses liberales y con el apoyo de EEUU. Porras incorporó a los conservadores, mediante nombramientos en los diferentes gabinetes y en el cuerpo diplomático (1912, 1918 y 1920). Nombró a conservadores frente al Ministerio de Hacienda, liberales moderados ocuparon las jefaturas de los Ministerios de Gobierno y de Relaciones Exteriores. Los liberales populares eran nombrados en los Ministerios de Educación y Obras Públicas. El manejo político de Porras era muy fino lo que le permitió gobernar en el marco de la democracia electoral durante 12 años.
La importancia de las figuras que sobresalen en la historia no debe subestimarse. Generalmente, aparecen en momentos de cambios significativos en el desarrollo de una sociedad o a escala global. En el caso de Panamá, existe cierto consenso que en el siglo XX hay tres figuras que presentaron características especiales. El más reciente, fue el general Omar Torrijos, quien desde la Guardia Nacional fue jefe de gobierno en la década de 1970. Apareció en forma sorpresiva después de un golpe de estado militar en 1968 que tenía como tarea resolver una crisis de hegemonía al interior de las fracciones de la clase dominante panameña.
Un caso más complejo fue la figura de Arnulfo Arias quien participó en un golpe de Estado en 1931, planeado por un sector de las capas medias. La juventud ascendente estaba frustrada en medio de la crisis provocada en aquel entonces por la recesión económica global que paralizó la economía nacional. La persona de Arias, sin embargo, no condensó las múltiples contradicciones sociales hasta 10 años más tarde cuando ganó las elecciones presidenciales en 1940 e introdujo reformas sustanciales.
Quizás el más rico en determinaciones, es el caso de Belisario Porras quien llega al poder político tras elecciones en 1912 pero con antecedentes que se remontan a la guerra civil de los Mil Días (1899-1902). En ese trágico evento se consolidó una alianza clasista que incluyó trabajadores (arrabal), pequeños productores agrícolas (Azuero) e, incluso, comerciantes, industriales y agroindustriales. Porras se convirtió en el gran caudillo porque fue la persona que representó mejor los intereses contradictorios de esas clases sociales.
Los tres momentos descritos (Porras, Arias y Torrijos) tenían en común un factor: el cambio significativo en la correlación de fuerzas sociales. Cada uno de los ‘caudillos’ se prestó para servir de guía en la búsqueda de una solución a la crisis de hegemonía. La pregunta que tendríamos que hacernos es si efectivamente tuvieron éxito. La historia, a simple vista, quizás nos diría que no. Después de una década en el poder, Porras terminó frustrado entregándole la Presidencia a una fracción vinculada al gran capital agrario aliado a los rentistas tradicionales. Arias fue objeto de tres golpes de Estado (1941, 1949 y 1968) y dos fraudes electorales (1964 y 1984). Torrijos fue “accidentado” en 1981, interrumpiendo su gestión gubernamental después de anotarse varios triunfos importantes.
Hernán Porras diría que en 1903, el movimiento separatista de los próceres se fraguó al calor de una conspiración para “recuperar la hegemonía perdida” por los rentistas y el Partido Conservador. Los ‘blancos capitalinos’ como los llamaría Hernán Porras, eran conscientes que los pequeños productores agrícolas del interior y sus aliados del ‘arrabal’ (Partido Liberal) se habían apoderado del Istmo – constituían el poder hegemónico - a pesar de su derrota en la guerra civil. El Ejército colombiano no era suficiente garantía para resguardar los intereses de la oligarquía asentada en la ciudad de Panamá, colgada sobre el Pacífico. Por esa razón pactaron con la potencia emergente de EEUU y garantizaron su protección.
Para complementar este análisis de Hernán Porras, podemos decir que casi 90 años más tarde, perdida nuevamente la hegemonía, la clase rentista-financiera panameña la vuelve a recuperar de la mano de la invasión militar norteamericana de 1989. La burguesía ‘nacional’ y sus aliados productivos fueron rebasados por la fuerza militar extranjera que le devolvió el poder a los ‘conservadores’.
Porras cuestionó la dominación oligárquica pero no la enfrentó en la medida en que contaba con el apoyo de EEUU. Entre 1912 y 1924 presidió tres gobiernos “populistas” que incorporaron las fracciones excluidas por la oligarquía y que sirvieron de antesala a las grandes batallas nacionalistas de mediados del siglo XX. En el marco de este análisis examinamos la figura de Belisario Porras. En primer lugar, el proyecto de nación de los liberales populares. En segundo lugar, Porras el estadista y la transformación de la correlación de fuerzas. En tercer lugar, Porras el republicano y fundador de la nueva Republica.
20 de junio de 2013.
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